domingo, 7 de marzo de 2021

Fin del mundo

 En 2020 acabó el mundo. 

La ciudadanía se preocupa porque Google acumula datos de nuestros deseos. Todo lo que se acumula en los archivos de sus servidores no es más que nuestra propia humanidad. Ciudadano "libre" de la barbarie contemporánea que no se reconoce en su humanidad y se preocupa porque quizás Dios, que todo lo ve y todo lo castiga, sabrá que deseas aquellos deseos para los que fuiste programado. Todos queremos lo mismo. Por ello vivimos tan tristes, siniestros, derrotados por nuestras propias ficciones de libertad. Aquí en el encierro de las letras y del lenguaje soy libre. La libertad no es más que una palabra. Una palabra mágica capaz de hacer aparecer la alegría en la esclavitud. Todos somos siervos de todos. Todos somos amos de todos. Todo somos todo.  Esa fue la profecía de hace más de trescientos años, y en aquella profecía no había nada nuevo, nada que el corazón eterno no supiera ya... Claro, los profetas aparecen para hacernos recordar. Vírgenes y Profetas, Reyes y Rebeldes. Jueces y Brujos. Todos estamos aquí, implicados en el mismo mundo que se acaba y se produce a cada momento. Todo cambia y cambia siempre, pero sólo los tontos son incapaces de distinguir el día de la noche. Siempre ha habido noche, pero no siempre es de noche. Estamos habitando la hora siniestra. 

jueves, 2 de abril de 2020

10 años de ansiedad y depresión.
Obsesiones y tristezas

viernes, 9 de junio de 2017

Ficciones del feminismo tardío en el imperialismo capitalista rapaz.

Amanecí en un charco mi propia sangre. La cría y el futuro se me habían empezado a escurrir por entre las piernas desde antes del amanecer. Las contracciones me empezaron a las 4 de la mañana y se extendieron durante dos horas. Las peores fueron las de las 6 am. Me puse en cuclillas para ayudarme con el dolor. Lo que me estaba pasando era similar a un parto y la postura ayudó, pero no por mucho tiempo, mis piernas no resistieron la posición por mucho más rato, estaba demasiado cansada y dolorida. Me tumbé de costado sobre la cama y el dolor regresó, pero mi cuerpo ya estaba tan agotado que me quedé profundamente dormida en cosa de minutos.

Lo peor fue al día siguiente. No paré de sangrar. Tenía la sensación de estar partida por la mitad. Salían coágulos y los hilos de sangre se me pegaban a los muslos. La carne que alguna vez fue sólida se escurría entre mis piernas y dejaba tristes gotas por donde caminaba. Creo que él estaba más asustado que yo, más enojado que yo aunque no adiviné para nada el motivo. Durante ese día ni siquiera nos miramos. Terminé quedándome en el sillón pensando entre el odio y soledad. Era el segundo hijo que se me escapaba. Entonces lloré por mí, por él, por aquella semilla que se había despegado de mi vientre una vez más, por mi pasado, por mi corazón cansado, por la sangre que aún corría por mis venas y daba cuenta de toda la cadena de causalidades que me habían llevado a aquella casa a las afueras de una ciudad tan lejana del suelo que me sintió nacer. Lloré de rabia, de vergüenza, de soledad, de tristeza y de llanto. La maternidad se me negaba una vez más. El mundo es un lugar justo, justamente porque es injusto con todos. Mis ansias de maternidad eran ahogadas una vez más por mi imposibilidad de conseguir un trabajo que me diera el suficiente dinero para vivir, porque hasta donde yo había vivido en el mundo, trabajar para tener dignidad era ya un privilegio y no un derecho. A la vida ya no le era permitido venir cuando tuviera que venir, sino cuando yo tuviera cierto tiempo de ser explotada por otros para otros.

El embarazo no había ocurrido por error, y si había sido así, era porque mi vida entera lo era. No había sido ni un error ni una pendejada. Había sido un acierto a destiempo, un acierto imposible. Había ocurrido mediado, no por el deseo, sino por el amor, y como todo lo que se hace por amor, está más allá del bien y del mal.

A las 7 pm estaba acostada en el sillón con el cuerpo dolorido, recordando el sueño que tuve el día del ultrasonido: yo tendida en la cama despertando sobre un charco de sangre y los calzones empapados de rojo, la madre muerta de él llevándose a su nieto no nato por la ventana. Algunas pesadillas son premonitorias, otras sólo son mis miedos. Él seguía metido en su dolor, pero yo comenzaba a sentir hambre y a sentirme demasiado abandonada, tanto como para sentirme vulnerable si el sangrado se salía de control. Me paré con dificultad y lentamente guardé mis cosas. Llorando le pregunté en qué quedábamos, si seguía contando con él para lo que siguiera o si lo comenzaba a resolver yo sola. Me dijo que no me podía ir, que no estaba bien para irme, y que si me iba nada de lo que habíamos hecho tendría sentido. Yo le dije que me sentía lo suficientemente bien como para llegar a casa de mis padres, y que si algo me pasaba, seguro no me dejarían morir. Me dijo que hiciera lo que quisiera. Contesté que no era lo que yo quería, que era lo que tenía que hacer, que sentía que estaba peor mi presencia ahí, y que además tenía mucha hambre, que había estado perdiendo mucha sangre y necesitaba comer para recuperarme, que entendía que fuera una situación difícil, que yo también me sentía mal, pero que pese a los sentimientos, en ese momento nos ocupaban cosas más importantes como que yo pudiera comer para recuperar la sangre perdida o que me dijera que seguía.

Una mariposa negra entró a la habitación. Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Era la energía de muerte. Una mariposa que venía a llevarse de nuevo hacia el Kósmos la energía de nuestro capricornio no nacido. Pequeña singularidad que ascendería hasta la noche sin fin. Ahí, en la inmensidad ingrávida de la oscuridad eterna estaría nuestra conexión. La muerte había entrado a la habitación, también como una premonición de lluvia. Ya casi era verano.

No te vayas todavía, voy a conseguir comida. Me volvió a acostar en la cama. Me llevó de comer caldo, y cuando terminamos de comer por fin me abrazó, creo que se echó a llorar. Yo también lloré.. otra vez. No sé si él lloraba por lo mismo que yo. Lo escuché murmurar que me amaba. Yo lloraba por nuestro primer intento de familia, por no haber podido sostener el peso de nuestro hijo, por tener que darle otro doloroso adiós a la semilla del amor. Por no poder darla a luz, por tener que darla a la noche de nuevo. Partos oscuros son los abortos. A veces el amor debe nacer a la muerte y a la noche.

Ayer en la noche me senté con él a la orilla del mar. Volví a ver una mariposa nocturna volando sobre las aguas oscuras de la otra madre originaria. La energía de muerte me, seguía, nos seguía. Lo que vino nunca se va. Lo que es y fue siempre será. Dios es infinito. La pequeña energía que creamos es ya otra mota de polvo cósmico, alimento para la vida, que siempre es vida… y que hoy, que hay otra mariposa negra en el umbral de mi puerta, se montará en sus alas y se fundirá en la noche para siempre. No di a luz, di a la oscuridad. Y yo que le pedí y le pedí a Madre Kali ser madre. Madre gatos negros y de mariposas nocturnas.

Yo no dudo que volveremos al camino él y yo. Pero hay cosas que hacer primero. No necesito más para saber que es con él con quien yo quiero estar y regresar para dar a luz…

Al aborto siguió la consciencia brutal de ser adultos. La consciencia de que crear implica la absoluta responsabilidad de lo creado, hasta que lo creado adquiera autonomía. Cobramos consciencia de que el mundo era material y no sólo espiritual. Es verdad que el dinero no se come, ni la moneda se respira, pero sin dinero, en el cruel juego humano actual, no hay comida. No dudo aún hoy que sea él con quien yo quiero cultivar un humano, con el que quiero la revolución y la construcción de mi propia utopía, pero para eso urge pactar un poco con el demonio y ofrendar nuestro tiempo y sueño a la maquinaria social de poder. A los dos nos gusta trabajar, y por eso no queremos cualquier trabajo: hay cosas que hacer antes, pero para eso también se necesita dinero.

Dinero, dinero, dinero, ¡aprende algo dinero!

Por suerte yo tenía dinero ahorrado de la última vez que trabajé y pude hacerme responsable de las citas médicas, el misoprostol, vitaminas y demás. Pude hacerme responsable de mi aborto, pero no de mi hija o hijo, eso fue quizá lo que nos hizo sentir más impotentes, y emerger de nuestro sueño individual de la sobrevivencia y resistencia: No, para ser y hacer en este mundo se necesita algo más que valores, consciencia o amor, se necesita también materia: comida, casa, salud, vestido, agua, energía. También queremos autonomía e independencia… que se consiguen con el poderoso caballero, don dinero.

Entonces nos surgió el tema del proyecto, y de las condiciones concretas surgió el plan de autoexplotarnos. Una forma honorable de conseguir dinero para realizar todo lo demás: largarnos a vivir a Veracruz en un par de años; pero el problema es que para iniciar ese trabajo también se necesita dinero. Para nuestro contexto la respuesta era fácil: vender drogas.

¿Cuántas onzas de marihuana tengo que vender para poder comprar una hielera decente? Y más importante ¿por qué la marihuana ahora se mide en onzas y no en gramos?

Una vez más lo reafirmo. Ya no hay ambiente de las drogas, las drogas son el único ambiente, el único ambiente de mi generación para mi generación. Si no las consumes, las vendes o produces es porque haces todo lo anterior o porque no eres de esta generación. Una empresa socialmente responsable que ofrece una entrada de dinero para los que se empeñan mórbidamente en su sobrevivencia.

Yo no sé cómo terminé embarazándome de un diler, pero heme aquí a mis 25 vueltas al sol no saliendo con un drogadicto, sino con un vendedor de drogas. Recuerdo que era de lo que me burlaba con Emiliano sobre la Polla Aria, deseando la legalización de las drogas por su posición de consumidor. Decíamos que nosotros estábamos del lado del distribuidor y del productor, y que esa vida estaba de la verga. Yo ya no me lo imagino, yo estoy de ese lado de la vida, y esa vida está de la verga. No tener dinero está de la verga. Que se saque más varo de vender drogas que de hacer música o artesanías, está de la verga, que salga mejor vender drogas a enseñar español en una preparatoria, está de la verga. Abortar porque no tienes dinero ni trabajo, está de la verga. Que vender drogas te permita conservar mejor tu integridad moral que cualquier otra chamba, está ultra de la verga. Sobrevivir con 200 pesos a la semana está de la verga. En fin, el capitalismo está de la verga, pero uno que tiene ese defecto de amar la vida y se niega mucho a que la propia vida esté de la verga, tiene que hacer lo que debe que hacer.


sábado, 26 de marzo de 2016

El lugar sin lugar: hastío.

He visto el nido roto. Corazón roto.
Hiciste trecientos monólogos siniestros.
Y ella se transformó en agua desesperada.

Sigues hablando con esa sonrisa sardónica sin soltar la biblia que tienes en la mano, y
Repites
“Se quiebra la vara, pero se endereza el muchacho”.
Repites
Mentir para ser libre. Porque no es cierto que la verdad libere.
Se quiebra la vara, pero se endereza el muchacho: La verdad no nos liberará. El muchacho está roto.
Mejor mentir. Mentir para vivir. Mentir para ser feliz. Mentirnos para
soportar la vida que se escapa a cada golpe de vara, a cada golpe de
cable, a cada golpe que nos recuerda la virginidad perdida,
y al hombre malo que nos la quitó con engaños,  porque la verdad no nos hará libres.
Recordamos
que el pecado es pecado porque se esconde.
Pero creemos que al final “Dios proveerá”: No el árbol que se yergue a un lado de la fuente, no la leche ni la miel; sino dinero, el dios Verdadero.
Lejos y suave, suena la voz de la bruja: ¿de qué te quieres salvar?
Mi madre me enseñó que la vida es infinita
y que el corazón no se rompe, porque no es un objeto.
Me quiero salvar del infierno,
Dicen que el infierno son los otros.
Otros que no quieren hacer lo que quiero que hagan. Otros que quieren que haga lo que no quiero hacer.
“Ella es buena, dolorosamente buena”.  La virginidad es siempre con pecado concebida.
Eva no era libre hasta que supo. Y supo que era buena, dolorosamente buena. Entonces le mintió a la piel, y la hizo devenir en pecado.
Antes, Llith se fugó desnuda y por su propio pié.
Para cuando Yahvé quiso expulsarla, ella ya se había ido.
Ama y odia.  Besa y golpea. Arrepiéntete y mata.
Yahvé así lo ha ordenado.
Adórame y témeme.
Yahvé así lo ha ordenado.
Ódiame y Ámame.

Yahvé así lo ha ordenado.

lunes, 21 de septiembre de 2015



Realmente no me duelen tus palabras porque hace mucho que no respeto, hace mucho que no quiero a ese hombre cruel y solitario en el que te convertiste, pero me duele que te cierres así, que mi amigo no quiera regresar, que ese hombre no pueda ni quiera corregir. Me duele que te pongas a ti mismo en una situación para que otros humanos no te quieran y no te respeten, me duele que vulneres tu propia agencia, tu propia humanidad, me duele que seas un humano que no siente.  No por ti solamente, sino por mí y por todos los demás humanos que quieren emanciparse, me duele estar tan lejos de nuestra liberación como accidentes de Natura. 

viernes, 1 de mayo de 2015

Cerré mis ojos y soñé contigo
brotó una flor, un pétalo rojo
y como la luz entra en el ojo
me penetraste, mi dulce amigo

Me llenaste con tu cuerpo de trigo
De mi, un beso como un conejo
Esta noche, de ti no me alejo
¡El conejo cuelga de tu ombligo!

Eras en mi como una semilla
esperando a derramar la vida
en mi cuerpo de tierra y paciencia.

¡Y el nacimiento de la estrella!
el sueño de una niña dormida
soledad insaciable y ausencia.

domingo, 20 de octubre de 2013

Deseo

Entras a la luz mortecina, y ahí estoy yo, deseando el deseo...
“Te veo”, dices. “veo tus pies, pequeños y morenos, delicados y sagrados”
Los baño en rosas, los beso y subo hasta tus muslos. Brotan flores y peces del río sedoso de tus piernas. Bebo, bebo como náufrago del mundo, con la sed de mil volcanes.

-Silencio- Me humillo, te regalo la sangre, el alma y la voluntad toda de mi existencia, que es una mota de polen comparada con la diabólica e infinita persistencia tuya. Sin ti, sin el hálito de tus labios, sin la ambrosía de tu lengua, el insoportable vacío de la nada sería preferible.

Me tomas por el cuello… Me gritas en silencio “¡maldita! Seré tuyo hasta que la última estrella se muera”. Pobrecillo, soy el diablo y sé que hasta los dioses mueren, pero nunca el deseo.


Ofelia, diosa, demonio. Yo me consagro a tus pies siempre descalzos e inmaculados, a los largos dedos de tus manos morenas, con los que ordenas mis sufrimientos y mis dichas, a los espejos de tus ojos y a tu corazón maldito. Y te corono con rosas y jazmines en el jardín de mis amores.